RATING Y OPERADORES POLÍTICOS / NUEVAS SEÑALES SE SUMAN A LA TELEVISIÓN DIGITAL: TELESUR, PAKA PAKA, CN 23 Y GOLTV SON ALGUNAS DE LOS CANALES QUE INGRESAN. LOS EFECTOS DE LA NUEVA LEY DE MEDIOS Y LA POLÍTICA ANTIMONOPÓLICA DEL GOBIERNO ARGENTINO.
RATING
Los medios atacan como partido político y después se defienden con la libertad de prensa, solía decir el fallecido César Jaroslavsky. El tratamiento de temas tales como la 125, la ley de medios, Fibertel y Papel Prensa desnudan de qué forma las corporaciones comunicacionales decidieron blanquearse y ponerse al frente de la lucha contra el Gobierno. Las cifras demuestran que en medio de la pelea por el rating, el discurso hegemónico empieza a resquebrajarse: a la caída de Clarín se suma una mayor desconfianza en los relatos periodísticos.
Telenoche pierde audiencia mientras que Canal 7 suma televidentes. Por fuera del deporte, entre los programas de mayor llegada aparece 6-7-8. En mayo de 2009 el programa de la Televisión Pública promediaba los 1,67 puntos de rating. En agosto pasado casi duplicó la cifra al alcanzar los 3,16 –según Ibope–. Más números: en 2001 la venta de ejemplares de Clarín era de 453.241. Al año siguiente –el de la tapa“La crisis causó dos nuevas muertes”– bajó a 381.579. Según indica el Instituto Verificador de Circulaciones, en junio del corriente año, “el gran diario argentino” vendió poco más de 300 mil ejemplares.
Tanto La Nación como Clarín y portales online como Infobae tienen una nota obligatoria e inevitable cada vez que habla la Presidenta o de algún funcionario del Gobierno. La hipótesis es siempre la misma. Basta remontarse al último caso notable, el día en que Cristina Fernández denunció la apropiación ilegal de Papel Prensa. La Nación, después de la cadena nacional publicó la previsible nota “Bajó el rating durante el discurso de Cristina”. Clarín, el mismo día: “El rating no ayudó a la cadena nacional”.
De esta manera, los operadores político-mediáticos se entrenan mediante la idea de medir los discursos de la Presidenta desde el punto de vista del rating. Pasamos de esas notas de operación rating a columnas de La Nación como las de Carlos Reymundo Roberts en tan sólo un suspiro (buscar en google la titulada “Una picante noche en la alcoba de Olivos”, una especie de charlita de quincho pero escuchada bajo la cama del matrimonio Kirchner, humor digno de ¿ Intrusos? ¿ Revista Pronto? ¿ Gaturro, de Nik?). Al son de estas operaciones se cae bajo, muy bajo. ¿Las hipótesis? Las de siempre. Hace como ocho años que La Nación y Clarín les vienen comunicando a sus lectores que a “los K” les queda poco tiempo.
Hasta el año pasado todas estas notas solían aparecer firmadas, es decir, todavía había redactores dispuestos a poner su prosa al servicio de las empresas de información. Hoy ya no tanto. Siempre que aparece una nota de estas características predomina el anonimato (y si no chequear las notas de Clarín referidas a Papel Prensa). En este sentido, no es casualidad que haya aparecido en el transcurso de esta semana una entrevista publicada por el Financial Times al CEO de Clarín, Héctor Magnetto (hace rato perdió el anonimato, que era lo más importante que tenía). ¿Será que sale a hablar porque ya no puede mandar a inmolarse a sus empleados tanto como antes?
A la chacota. Hasta el noticiero del Grupo Clarín, Telenoche, se ha visto en la necesidad de adoptar un poco de esa postura descontracturada propia de Telefé Noticias. Las noticias de color, de tecnología y espectáculos ocupan cada vez más espacio. Las emisoras parecen estar convencidas de que no son tiempos para las noticias políticas, salvo cuando se trata de operar. Tanto desde los canales abiertos como desde el cable, los noticieros se han convertido en shows de lo superfluo. Hasta hay lugar para los resúmenes de las peleas en lo de Tinelli, si hace falta.
Hace 20 años, los noticieros del viejo ATC, Canal 2, América, y Canal 11, no figuraban en el chart del rating debido a la baja audiencia. Es llamativo, considerando que en esa época ni siquiera existían los canales de noticias por cable. Por el contrario, hoy sí hay un público que desea informarse.
Más allá de la aplicación de la ley de medios, hacen faltan rigor, capacidad de investigación, compromiso, ausencia de vedettismo y morbo periodístico. Para desarmar el dispositivo cultural de las clases dominantes se requiere además de una pluralidad de voces desde lo comunicacional, la construcción de un sujeto social que encarne materialmente la construcción de otra mirada. Porque, después de todo, es uno quien consume esos productos periodísticos. Es uno quien elige cómo informarse.
Por Jimena Arnolfi
Fuente: Miradas al Sur
Más información: www.elargentino.com
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Los medios atacan como partido político y después se defienden con la libertad de prensa, solía decir el fallecido César Jaroslavsky. El tratamiento de temas tales como la 125, la ley de medios, Fibertel y Papel Prensa desnudan de qué forma las corporaciones comunicacionales decidieron blanquearse y ponerse al frente de la lucha contra el Gobierno. Las cifras demuestran que en medio de la pelea por el rating, el discurso hegemónico empieza a resquebrajarse: a la caída de Clarín se suma una mayor desconfianza en los relatos periodísticos.
Telenoche pierde audiencia mientras que Canal 7 suma televidentes. Por fuera del deporte, entre los programas de mayor llegada aparece 6-7-8. En mayo de 2009 el programa de la Televisión Pública promediaba los 1,67 puntos de rating. En agosto pasado casi duplicó la cifra al alcanzar los 3,16 –según Ibope–. Más números: en 2001 la venta de ejemplares de Clarín era de 453.241. Al año siguiente –el de la tapa“La crisis causó dos nuevas muertes”– bajó a 381.579. Según indica el Instituto Verificador de Circulaciones, en junio del corriente año, “el gran diario argentino” vendió poco más de 300 mil ejemplares.
Tanto La Nación como Clarín y portales online como Infobae tienen una nota obligatoria e inevitable cada vez que habla la Presidenta o de algún funcionario del Gobierno. La hipótesis es siempre la misma. Basta remontarse al último caso notable, el día en que Cristina Fernández denunció la apropiación ilegal de Papel Prensa. La Nación, después de la cadena nacional publicó la previsible nota “Bajó el rating durante el discurso de Cristina”. Clarín, el mismo día: “El rating no ayudó a la cadena nacional”.
De esta manera, los operadores político-mediáticos se entrenan mediante la idea de medir los discursos de la Presidenta desde el punto de vista del rating. Pasamos de esas notas de operación rating a columnas de La Nación como las de Carlos Reymundo Roberts en tan sólo un suspiro (buscar en google la titulada “Una picante noche en la alcoba de Olivos”, una especie de charlita de quincho pero escuchada bajo la cama del matrimonio Kirchner, humor digno de ¿ Intrusos? ¿ Revista Pronto? ¿ Gaturro, de Nik?). Al son de estas operaciones se cae bajo, muy bajo. ¿Las hipótesis? Las de siempre. Hace como ocho años que La Nación y Clarín les vienen comunicando a sus lectores que a “los K” les queda poco tiempo.
Hasta el año pasado todas estas notas solían aparecer firmadas, es decir, todavía había redactores dispuestos a poner su prosa al servicio de las empresas de información. Hoy ya no tanto. Siempre que aparece una nota de estas características predomina el anonimato (y si no chequear las notas de Clarín referidas a Papel Prensa). En este sentido, no es casualidad que haya aparecido en el transcurso de esta semana una entrevista publicada por el Financial Times al CEO de Clarín, Héctor Magnetto (hace rato perdió el anonimato, que era lo más importante que tenía). ¿Será que sale a hablar porque ya no puede mandar a inmolarse a sus empleados tanto como antes?
A la chacota. Hasta el noticiero del Grupo Clarín, Telenoche, se ha visto en la necesidad de adoptar un poco de esa postura descontracturada propia de Telefé Noticias. Las noticias de color, de tecnología y espectáculos ocupan cada vez más espacio. Las emisoras parecen estar convencidas de que no son tiempos para las noticias políticas, salvo cuando se trata de operar. Tanto desde los canales abiertos como desde el cable, los noticieros se han convertido en shows de lo superfluo. Hasta hay lugar para los resúmenes de las peleas en lo de Tinelli, si hace falta.
Hace 20 años, los noticieros del viejo ATC, Canal 2, América, y Canal 11, no figuraban en el chart del rating debido a la baja audiencia. Es llamativo, considerando que en esa época ni siquiera existían los canales de noticias por cable. Por el contrario, hoy sí hay un público que desea informarse.
Más allá de la aplicación de la ley de medios, hacen faltan rigor, capacidad de investigación, compromiso, ausencia de vedettismo y morbo periodístico. Para desarmar el dispositivo cultural de las clases dominantes se requiere además de una pluralidad de voces desde lo comunicacional, la construcción de un sujeto social que encarne materialmente la construcción de otra mirada. Porque, después de todo, es uno quien consume esos productos periodísticos. Es uno quien elige cómo informarse.
Por Jimena Arnolfi
Fuente: Miradas al Sur
Más información: www.elargentino.com
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