2 de octubre de 2010

Por: Daniela Fariña




Cédulos sin inocencia
aunténticos dueños
de la internacional esperanza humana,
con sus títulos y copetes
arañados
en la viveza latente
del hoy.

El presente inyecta ruido
mientras los sordos se golpean mutuamente,
y resignados dejan avanzar
a los que no dormían la siesta.

Limpiando un poco la pendiente
lo berreta se desliza
por el peso de su propia soledad.
No sin antes recordarnos que existe.
Pero una se repite, entonces,
cómo no confiar,
dudar de la naturaleza,
de la ley de gravedad.

Apurados por las ganas de cagarnos de la risa,
violentos de amor,
terroristas de la democracia...

Crédulos sin inocencia, entonces,
un sustantivo colectivo
somos.



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