Por Victoria Ginzberg
Desde hace unos días empezó a circular un mensaje para que el 24 de marzo los usuarios saquen sus fotos de perfil y dejen una silueta como homenaje a los desaparecidos. Como aquel siluetazo de los ’80, pero virtual. En la Argentina, muchos lo saben, es difícil tomar una decisión de ese tipo sin discutir o al menos intercambiar posiciones. Así que surgió –en Facebook, está dicho– una corriente que propuso que, en vez de la figura vacía, se publicaran las fotos de los desaparecidos. Las caras, las historias, los nombres, la vida.
Me pregunté si el asunto se estaba banalizando (que si la silueta sola, que si con la leyenda de “Nunca Más”) o si, por el contrario, nos estábamos tomando demasiado en serio esto de la red social virtual. Hubo mensajes con inquietudes similares. Decían que la discusión debía ser otra y que estaba en otra parte.
Entonces, desde Barracas, mi primo Hugo subió una foto: su mamá, mi mamá y el papá de mi prima Natalia en la playa con un amigo. Y cambié mi foto de perfil. Después, desde Montreal, mi prima subió otra foto: mi mamá y mi abuelo en la casa de Castelar. Y tengo tan pocas fotos de mi abuelo. Y así, de a poco y de repente, el lunes me quedé mirando cómo mi computadora hacía marcha atrás unos cuarenta años y se llenaba de fotos en blanco y negro.
Entonces, desde México, Paula Mónaco Felipe subió las fotos de sus padres. Y Pipi Oberlin le escribió: “¡La verdad que es muy emocionante conocer a los papás de todos! Estuve todo el día colgada en fbk mirando eso. Besotes”. Muchos nos habíamos pasado el día presentándonos o mostrándonos a nuestros padres. Entonces, miré las fotos de mis contactos y vi muchas siluetas.
A algunos les parecía que el vacío expresaba mejor lo que querían decir, pero la mayoría era de personas que no tenían familiares desaparecidos. Con ese gesto decían que estaban con nosotros. Y me sentí acompañada por ellos. Abrazada. Porque hay que recuperar y compartir la historia, las caras, los nombres, pero también hay muchas historias que faltan, muchas caras que no conocemos y muchos nombres cambiados. Hoy hay que ir a la plaza, caminar juntos. Pero Facebook también tiene lo suyo. Es raro.
Desde hace unos días empezó a circular un mensaje para que el 24 de marzo los usuarios saquen sus fotos de perfil y dejen una silueta como homenaje a los desaparecidos. Como aquel siluetazo de los ’80, pero virtual. En la Argentina, muchos lo saben, es difícil tomar una decisión de ese tipo sin discutir o al menos intercambiar posiciones. Así que surgió –en Facebook, está dicho– una corriente que propuso que, en vez de la figura vacía, se publicaran las fotos de los desaparecidos. Las caras, las historias, los nombres, la vida.
Me pregunté si el asunto se estaba banalizando (que si la silueta sola, que si con la leyenda de “Nunca Más”) o si, por el contrario, nos estábamos tomando demasiado en serio esto de la red social virtual. Hubo mensajes con inquietudes similares. Decían que la discusión debía ser otra y que estaba en otra parte.
Entonces, desde Barracas, mi primo Hugo subió una foto: su mamá, mi mamá y el papá de mi prima Natalia en la playa con un amigo. Y cambié mi foto de perfil. Después, desde Montreal, mi prima subió otra foto: mi mamá y mi abuelo en la casa de Castelar. Y tengo tan pocas fotos de mi abuelo. Y así, de a poco y de repente, el lunes me quedé mirando cómo mi computadora hacía marcha atrás unos cuarenta años y se llenaba de fotos en blanco y negro.
Entonces, desde México, Paula Mónaco Felipe subió las fotos de sus padres. Y Pipi Oberlin le escribió: “¡La verdad que es muy emocionante conocer a los papás de todos! Estuve todo el día colgada en fbk mirando eso. Besotes”. Muchos nos habíamos pasado el día presentándonos o mostrándonos a nuestros padres. Entonces, miré las fotos de mis contactos y vi muchas siluetas.
A algunos les parecía que el vacío expresaba mejor lo que querían decir, pero la mayoría era de personas que no tenían familiares desaparecidos. Con ese gesto decían que estaban con nosotros. Y me sentí acompañada por ellos. Abrazada. Porque hay que recuperar y compartir la historia, las caras, los nombres, pero también hay muchas historias que faltan, muchas caras que no conocemos y muchos nombres cambiados. Hoy hay que ir a la plaza, caminar juntos. Pero Facebook también tiene lo suyo. Es raro.
0 comentarios:
Publicar un comentario